LiDO detecta un TNO en órbita extrema: 2020 VN40 y la resonancia 1:10

LiDO detecta un TNO en órbita extrema: 2020 VN40 y la resonancia 1:10

El sistema solar acaba de revelar una pieza singular en su compleja danza gravitatoria: el objeto transneptuniano 2020 VN40, recientemente identificado por un equipo del Center for Astrophysics de Harvard y el Smithsonian.

Este cuerpo helado ha sido confirmado como el primero en seguir una órbita con resonancia 1:10 respecto a Neptuno, completando una vuelta al Sol por cada diez de este planeta. Dado que Neptuno tarda unos 164,8 años terrestres en recorrer su órbita, el ciclo baricéntrico de 2020 VN40 se extiende a unos 1 655 años.

Aproximadamente a 140 unidades astronómicas de distancia del Sol, este objeto describe una trayectoria fuertemente inclinada —alrededor de 33°— cruzando el sistema solar muy por encima y por debajo del plano eclíptico. Desde una perspectiva cenital, parece alinearse con Neptuno en su perihelio, aunque la separación vertical entre ambos cuerpos impide cualquier encuentro directo.

El descubrimiento proviene del sondeo LiDO (Large Inclination Distant Objects), y los astrónomos creen que su peculiar órbita es resultado de una captura gravitacional temporal por parte de Neptuno, durante la migración planetaria en las primeras etapas del sistema solar. Esta resonancia inusual ofrece evidencia directa de cómo los gigantes gaseosos influyen en cuerpos remotos, preservando trazas de interacciones que moldearon la arquitectura actual del sistema.

Con una inclinación de 33,4° y un periodo orbital que supera los 1 600 años, 2020 VN40 presenta características que lo apartan de cualquier categoría tradicional. Se suma a una creciente población de más de 140 objetos detectados por LiDO con órbitas inclinadas o excéntricas, una cifra que se espera aumente drásticamente cuando el Rubin Observatory entre en funcionamiento.

Este hallazgo pone de manifiesto que la influencia gravitatoria de Neptuno alcanza mucho más allá de lo que se había contemplado, y que las resonancias orbitales pueden adoptar geometrías tridimensionales sorprendentes. 2020 VN40 señala la necesidad de revisar modelos y simulaciones de interacciones tempranas, abriendo nuevas líneas de exploración sobre cómo se formó y evolucionó nuestro vecindario cósmico.

Un cuerpo solitario, alejado y esquivo, acaba de expandir los límites de nuestra comprensión dinámica. Y con los ojos del Rubin Observatory próximos a abrirse al cielo, puede que no esté solo.

Fuente: https://www.sci.news

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