Blue Moon MK1 no promete milagros; resuelve un cuello de botella concreto: llegar, posar carga con precisión y, ahora, habilitar una versión capaz de llevar personas bajo el paraguas de Artemis III
Blue Origin acelera su calendario y reconfigura el MK1, un lander de 8,1 metros de altura, mientras completa el apilado en Florida y lo prepara para campañas de vacío térmico en instalaciones de la NASA. La ventaja operativa se mantiene: arquitectura de un solo lanzamiento con New Glenn, sin repostaje en órbita, lo que simplifica interfaces y reduce pasos de misión.
¿Qué es y de dónde viene? El MK1 nació como módulo logístico para entregar toneladas de equipos en la superficie. Su corazón es el motor BE-7, un ciclo dual-expansor que quema hidrógeno y oxígeno líquidos con alta capacidad de modulación y reinicios, pensado para descensos finos y aterrizajes suaves. Hasta aquí, perfil de carga. Lo nuevo es la revisión para admitir tripulación: cabina reforzada, soporte vital, estándares de seguridad de vuelo humano y certificación de subsistemas críticos.
¿Cómo funcionaría? Inserción lunar tras lanzamiento con New Glenn; etapa de descenso desde una órbita intermedia, NRHO o LLO, usando los BE-7; toma de contacto vertical asistida por navegación de precisión; estancia corta en superficie y retorno a la órbita de encuentro. Para pasar a tripulado, el vehículo debe sumar redundancias eléctricas y de propulsión, control de vibraciones, protección frente a polvo lunar, tolerancia a fallos en navegación y gestión de presurización. En paralelo, Blue Origin madura criogenia a 20 K y 90 K y técnicas de manejo de propelentes que alimentan su ecosistema lunar; aunque nacen para el MK2, su tracción técnica puede derramarse en un MK1 human-rated.
¿Por qué importa ahora? Porque la NASA reabrió la competencia del alunizador de Artemis III ante demoras del proveedor actual. Una opción de “un lanzamiento” introduce competencia y reduce dependencia de una sola cadena tecnológica. Si el MK1 modificado alcanza los umbrales de seguridad, el programa gana resiliencia y margen para adelantar un alunizaje con astronautas. Mi lectura: el interés no está en un salto de potencia, sino en pragmatismo industrial. Menos operaciones, menos puntos de fallo y un camino de certificación más acotado pueden traducirse en calendario.
Escenarios realistas:
1) si las demostraciones sin tripulación de 2025/26 validan descenso y aterrizaje, Blue Origin presenta la variante human-rated a la selección de Artemis III;
2) si la agencia la aprueba, un descenso tripulado podría moverse a mediados o finales de esta década, adelantando al MK2;
3) si el MK1 no cierra requisitos, la empresa vuelve a la ruta del MK2, más grande y con repostaje orbital.
Riesgos claros: certificar para humanos un vehículo concebido para carga exige rediseños sustanciales y disciplina de pruebas; además, cualquier desliz de calendario puede diluir la ventaja competitiva.
Fuente: NASA Spaceflight

















